El emperador Adriano

De la importancia de la provincia de Hispania en el mundo romano da fe la existencia de tres emperadores originarios de estas tierras: Trajano, Adriano y Teodosio. Adriano nació en la ciudad bética de Itálica (cerca de Sevilla), en el seno de una familia romana en el 76. d.C.. Al quedar huérfano, fue adoptado por el emperador Trajano, costumbre muy habitual en la sociedad romana. Cuando Trajano falleció fue sucedido por su hijo adoptivo quien tomó el nombre de César Trajano Adriano Augusto. Inteligente político y jefe militar de primer orden, Adriano asumió el poder el 2 agosto del 117 d.C. cuando el imperio romano estaba en el momento de su mayor potencia y expansión.


Publio Elio Adriano

Quizá para asemejarse al primer Augusto buscó la paz como máximo objetivos por lo que finalizó la larga y sangrienta guerra contra los Partos, abandonando el control de Asiria, Mesopotamia y Armenia. La disminución del territorio imperial provocó cierto descontento entre algunos miembros de la clase militar que se conjuraron contra el emperador. La conjura fue descubierta y los participantes castigados.

De esta manera Adriano veía reforzada su posición y podía poner en marcha su programa. Uno de sus primeros objetivos sería conocer los problemas de los súbditos imperiales por lo que llevó a cabo una amplia serie de viajes por todos los confines del Imperio, haciéndose eco de las necesidades que le eran presentadas. En su cortejo viajaba un numeroso grupo de técnicos que ofrecían posibles soluciones a los problemas planteados. La Galia, Britania (donde levantó una muralla de 117 km entre el mar del Norte e Irlanda) y Germania fueron las primeras etapas del viaje, permaneciendo alejado de Roma por un período de dos años. África y Siria serían sus próximos destinos, poniendo fin a este periplo por Oriente en Grecia, el territorio más admirado por Adriano que se reconocía enamorado de todo lo heleno. Será en el año 134 cuando regrese definitivamente a Roma tras diversos viajes por la zona occidental del Imperio.


Una moneda de Adriano

Este momento de paz trajo prosperidad económica al imperio. La paz que vivió Roma en estos años se vio alterada por la sublevación de Judea entre los años 131-134. La revuelta estalló porque Adriano prohibió la circuncisión y pensó fundar un santuario a Júpiter en el lugar del templo de Jerusalén. Tras varios años de sangrientos combates, la rebelión fue sofocada.

Adriano también se interesó por las reformas administrativas y económicas. El Senado vio como sus poderes eran entregados al Consejo Imperial, dividiendo en diferentes ramas sus competencias y colocando al frente de cada área a un ministro, dependiente directamente del emperador. El consejo privado del emperador pasó a ser público y la hacienda sufrió importantes reformas. Como la mayoría de los emperadores, Adriano también dejó sus construcciones en la ciudad de Roma. Cerca del Tíber levantó un gigantesco mausoleo que será la base del Castel Sant´Angelo. En las cercanías de Tívoli edificó una suntuosa villa que recibe el nombre de Villa Adriana donde recogió las reproducciones de las obras de arte que más le impresionaron durante sus viajes. Parte de la dedicación de Adriano en sus viajes estuvo orientada a la consolidación de las fronteras. Cortó con la política expansionista de Trajano y se centró en cerrar sólidamente las fronteras del Imperio.

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