Bajando por la Calle de la Montanara se encuentra el Santuario de Quintiliolo, situado a Norteste de Tivoli. Aquí desde siempre los tiburtinos veneran a "su" Virgen, la Virgen de Quintiliolo. El nombre deriva de la familia de los Quintilii, propietarios de la villa del cónsul romano, Quintilio Varo. En efecto los restos mural de la villa se pueden veer sin dudas siendo situados a pocos metros desde el Santuario.
El Santuario de la Virgen
de Quintiliolo
En la iglesia hay una pintura sobre mesa, de la primera mitad del siglo XIII, simbolizando la imagen de la Virgen tan venerada. Cuenta una legenda que esta pintura habría sido encontrada por un campesino (S.Isidoro) mientras araba con sus bueyes la tierra cerca de las ruinas de la villa quintiliana. Los animales en un punto se habrían negado de ir adelante arrodilladose en cuánto, de los surcos de la tierra apenas arada, habría emergido milagrosamente el retrato.
Esta leyenda recuerda otra siempre atada al Santuario de la SS.ma Trinidad sobre el Monte Autor: aquí dos bueyes, mientras estaban arando, cayeron en el precipicio de abajo; pero se salvaron quedando milagrosamente íntegros gracias a los ruegos de su dueño a la Trinidad.
Las dos leyendas tienen una matriz común: el mito en origen nacido en el territorio de Subiaco fue de los monjes benedictinos "exportado" en tierra tiburtina junto a la veneración de la Virgen de la Azucena.
Es cierto históricamente que la mesa, riproducente la imagen de la Virgen de Quintiliolo, fue donada por los padres benedictinos de Subiaco. El santuario que se vee hoy fue totalmente rehecho entre el 1757 y el 1766 y es famoso porque aquí, un domingo del 1803, Chateaubriand, viniendo de Roma, compuso el "Ruego del romero" viendo un fiel tan absorto en el ruego de no darse cuenta de su presencia.